lunes, 30 de mayo de 2011

El tren se acerca Parte 6 - final

En el comienzo del invierno de 1980 Anabela conoció a un hombre de 28 años llamado Esteban, trabajaba en la carpintería que había a un par de cuadras. Era muy simpático y trabajador, se conocieron después de que una de sus hermanas menores, Marta, comenzara a trabajar en la tienda de ropa de las primas. La muchacha tenía 25 y era tan simpática como su hermano una vez que lograba vencer su timidez.
Dos años después Anabela y Esteban se casaron.                                               
Por aquella época Carlota había comenzado un romance por correspondencia con un joven que había viajado a San Luis para trabajar y ahorrar dinero para el futuro. Otra de las formas de pasar el tiempo de ocio de la joven era leyendo revistas sensacionalistas que compraba cada semana.
Poco tiempo después del feliz enlace la pareja esperaba a su primer hijo que nacería casi al final del invierno de 1983.
En los momentos de descanso que tenía en la carpintería, Esteban, aprovechaba para hacer una cuna, por tal motivo su jefe siempre podía encontrarlo que de una mano con algo a lo cual él siempre accedía para ganar algún peso extra. Era primero de mayo y hacia calor a causa de una densa humedad que se había instalado desde hacia una semana. Tres muchachos que habían estado esperando un camión que les traería un pedido de madera decidieron tomar unas cervezas, para cuando llego el vehículo estaban considerablemente borrachos. Ante dicha situación el chofer y sus dos ayudantes pidieron la asistencia de Esteban.
No era fácil descargar aquellos tablones del ancho y largo de un hombre adulto. Cuando comenzaron a bajar el primer tablón Esteban estaba directamente debajo del mismo controlando y dirigiendo a los otros. Todo ocurrió en cuestión de segundos.
Durante el velorio del joven esposo y futuro padre el cajón permaneció cerrado, el único consuelo de la joven viuda era que la policía había logrado atrapar a los culpables, que a pesar de no haberlo echo a propósito habían sido los responsables de aquella desgracia. Lo lamentaban pero eso no corregía el echo de que habían atado mal el tablón que aplasto la cabeza del difunto como si hubiera sido una sandia.
La numerosa familia de su difunto marido la mantuvo rodeada durante todo el velorio cuidándola con especial esmero ya que le quedaba poco tiempo para que tuviera a su bebé. Desde ese momento en adelante jamás dejarían de estar a su lado. Mucho tiempo después ella se daría cuenta de que su mayor a pollo había sido el primo de Esteban, Diego, un muchacho sumamente emprendedor de 20 años.
Carlota permaneció al lado de su querida prima durante todo el velorio y el entierro con el rostro inexpresivo y cuando por fin Anabela dejo de llorar la miro fijamente y le dijo que todo estaría bien.
María nació el  15 de agosto, tenía ojos café oscuro, piel muy clara y tres pelos negros en la cabeza. No era un bebé muy bonito pero trajo una gran felicidad al seno de una familia que la necesitaba.

sábado, 16 de abril de 2011

El tren se acerca Parte 5

Era el otoño de 1978 Carlota se había en gripado, se quedo en su casa durante una semana en la que de vez en cuando solo iba su prima a verla pero cuando llego el fin de semana también Anabela callo en cama enferma. El domingo Doña Alcira y Don Enrique decidieron que debían ir a ver como se encontraba su sobrina. Estuvieron una hora con la joven que mostraba signos de mejoría, lamentablemente hacia el final de su visita cuando se estaban yendo se encontraron con Doña Leoncia.
Estaban llegando al portón cuando se quedaron clavados al suelo al ver que del lado de la calle se encontraba esa mujer amargada a punto de entrar.
El primero en reaccionar fue Don Enrique, tomo a su esposa del brazo, la guio hasta el portón, aparto a su cuñada y salieron a la calle encaminándose a la estación.
La segunda que reaccionó, uno minuto después, fue Doña Leoncia que camino lo mas rápido que pudo para alcanzarlos. Cuando estuvo a una distancia conveniente comenzó a insultarlos con la fuerza que le dio el rencor acumulado durante años.
En la estación toda la gente se alarmo ante la sorpresa que provocó los gritos de una mujer completamente desquiciada que insultaba a una pareja que la ignoraba, tal es así, que un guarda de la estación llamo a un policía para acercarse e intentar controlar el problema.
La barrera y la campana que anunciaban la llegada de un tren comenzaron a funcionar ante su inminente llegada.
En el momento en que los dos hombres estaban a dos pasos del problema vieron con impotencia como aquella loca comenzaba a forcejear con la otra mujer y como el hombre intentaba separarlas.
El tren estaba a pocos metros de la estación y apresar de que había disminuido su velocidad para detenerse en la estación iba lo suficientemente rápido como para dejar los restos de tres personas esparcidos varios metros a la redonda.
Al velorio, que se llevo a cabo en San Isidro, asistieron todos los amigos de Anabela y Carlota, unos pocos vecinos de la pareja y ni un conocido de la difunta doña Leoncia.
Anabela lloro amargamente la estupidez de su tía, Carlota por otro lado no demostró sentir nada, simplemente se quedo sentada en una silla con la mirada perdida mientras que la gente se acercaba a ella y a su prima para darles su sentido pésame.
Cuando ya se habían marchado todos de la casa velatoria y las dos primas se habían quedado solas en compañía de los empleados, Anabela dejo de llorar, miro a su prima y le pregunto si deseaba ir a vivir con ella. Carlota la miro con una verdadera sonrisa de felicidad y alivio y dijo que no.
Un año antes de fallecer Doña Alcira había echo un testamento, no tenia ningún motivo en particular, solo lo hizo. En dicho documento dejo bien establecido que todas sus pertenencias y propiedades se las dejaba a su única hija, salvo la tienda que no solo la heredaría su primogénita sino también la única hija de su hermana Leoncia. 

miércoles, 12 de enero de 2011

Mar

Los dioses del mar se habían tragado la tierra en su ira contra la humanidad cuya estupidez había dañado al mundo.
Las nubes lloraron durante mucho tiempo, tanto que muchos se olvidaron como era el sol. Sin embargo algunas tierras, la mayoría salvajes, no fueron tocadas por el agua.
Las viejas costumbres místicas volvieron y el último vestigio de modernidad creada por los hombres quedo en pie como gigantes de acero y cristal durmiendo un sueño eterno. En esa nueva era los edificios fueron utilizados por los pocos que sobrevivieron como hogares, con austeridad ya que los inmortales del cielo decidieron volver a los caminantes de la tierra a un estado de civilización más humilde; sin electricidad, sin gas, cazando para alimentarse o mejor dicho pescando y ofreciendo sacrificios para que no volviera a llover.
Toda la vegetación se adapto al nuevo ambiente por que la madre naturaleza es sabia y muchos animales se marcharon para nunca más ser vistos por los ojos del ser humano.
En esa época algunos hombres y mujeres tomaron la responsabilidad de servir a los dioses.
Mi abuelo era delgado y bajito, su piel era oscura por que pasaba mucho tiempo al aire libre pescando, recolectando madera o frutos de los arboles que vivían en el agua, reparando redes o buceando en las aguas menos profundas en busca de tierra y arena para el cultivo de las pocas plantas que teníamos bajo nuestro cuidado. El poco pelo que le quedaba al viejo era completamente blanco y tenia un tatuaje que le había echo un maestro artesano de la vieja era. Lo recuerdo muy bien por que muchas veces me quede mirándolo hipnotizada.
En la espalda tenia un tigre que se encontraba parado sobre sus cuatro patas en medio de unas cañas de bambú, su mirada penetraba hasta en la mas dura de las mentes, sobre su hombro y brazo izquierdo había un pez koi saltando en una corriente de aguas bravas que hacia sobresaltarse con brío al mas tímido corazón y, finalmente, sobre su pecho descansaba un dragón imponente volando entre ráfagas de viento liberando los sentimientos mas profundos de quien lo mirase. Los tres animales eran de color blanco y cada uno de ellos tenía en el hocico un trozo de cuerda bien trenzada de color rojo brillante.
Mi abuelo como sacerdote de nuestra región, solía dar misa parado en una duna que estaba poco sumergida en el agua que marcaba el limite entre lo que una vez fue una playa y la ciudad. Nuestra comunidad era devota de un dios Manta Raya.
La última vez que el anciano llevo a cabo una ceremonia también fue la última vez que lo vi. Fue por culpa de unos jóvenes que ofendieron al dios, lamentablemente nadie lo supo hasta que fue tarde.
Era un día soleado la gente miraba al querido sacerdote, quien estaba vestido con un pantalón holgado sostenido por un trozo de tela ambos de color azul, estaba recitando sus mantras, en su mano izquierda tenia un abanico dorado; de tamaño suficiente como para cubrirle la cara, estaba echo de una sola lamina de madera de forma rectangular, sus esquinas estaban redondeadas de forma que no lastimara a nadie ni siquiera por accidente al ser utilizado, la superficie estaba tallada para representar con mucho detalle una tempestad en mar abierto.
En su mano derecha, el anciano, tenia un pequeño paquetito con flores y hiervas la envoltura era de hojas grandes provenientes de los arboles al otro lado de los edificios.
El mar estaba en completa calma, cuando el silencio fue total apareció una pequeña manta raya que nado a pocos centímetros de mi abuelo. Dio unas vueltas rápidas, impaciente, luego se alejo dando unos coletazos furiosos.
El agua comenzó a agitarse a unos metros delante de él durante un tiempo que pareció eterno pero al cabo del cual surgió el dios de nuestra región en todo su esplendor pero visiblemente furioso, parado sobre la superficie del agua como si esta fuese solida. Parecía ser un hombre joven de piel blanca y musculoso sin un solo cabello en su cuerpo, solo llevaba puesto un pantalón tan holgado que parecía una pollera muy larga que le tapaba los pies sostenido en su cintura por una faja ambos de color turquesa, en su mano derecha tenia un tridente de oro y en la izquierda un rosario budista echo de perlas y coral. La expresión de su rostro congelaría al mas valiente de sus oponentes sin embargo era la frialdad de sus ojos negros como el mas profundo abismo marino lo que realmente provocaba terror.  Levanto el tridente unos centímetros para luego dejarlo caer con fuerza, cuando la superficie del agua fue tocada por el arma del dios nacieron ondas que desaparecieron en la distancia invocando un poderoso viento y nubes negras que cubrieron por completo el cielo. El viejo se dio vuelta para mirarnos a todos, sonrió cuando nuestras miradas se cruzaron, volvió a ponerse de frente al dios inclino la cabeza y  extendió los brazos a los costados entregándose a cambio de toda la comunidad.
Lo llore durante mucho tiempo hasta que una mañana amanecí con los ojos secos mirando el viejo abanico de mi querido abuelo, esa mañana también yo había cambiado, mi madre me dijo que en mi espalda había aparecido tatuado un tigre, un pez koi y un dragón rodeando a un anciano que meditaba con los ojos cerrados y con una sonrisa en los labios.  

lunes, 20 de diciembre de 2010

No Soy Feminista

No Soy Feminista, creo que ni siquiera soy consiente de cuantos derechos poseo como persona, como ser humano libre que vive en democracia. Soy Consiente, sí, de los derechos básicos que poseo como ciudadano de la republica Argentina y de algunos derechos que conquistaron las mujeres mas grandes que yo y las que ya no están en este mundo.
Soy Consiente de que debo mucho a las generaciones pasadas y Soy Consiente de que mi generación debe seguir luchando con los tacones bien puestos o las zapatillas bien atadas, con las polleras sin arrugas o con los pantalones bien puestos, con la camisa de bolados o con la musculosa exhibiendo la piel, con aros y tatuajes o sin ellos pero de cualquier forma, sea cual sea, la condición social de quien adquiera este compromiso con las generaciones futuras lo importante es que lo cumpla para que nadie vuelva a pasar por un aborto ilegal, uno de tantos sometimientos que las mujeres en general deben aceptar inclinando la cabeza dócilmente para que la sociedad, algunos hombres y, si, algunas mujeres continúen por la vida de forma normal, saludable y apacible.
Vuelvo a repetir, No Soy Feminista. No estoy segura de que signifique serlo pero me da miedo por que suena como otra palabra bastante fuerte como lo es el machismo. ¿No se supone que todos somos iguales ante los ojos de Dios y ante la ley? ¿No se supone que deberíamos seguir adelante en el camino de la vida juntos sin ningún tipo de rivalidad? Me confunde que algunas mujeres hablen de la violencia contra las mujeres y no hablen de la integración de las mujeres con los hombres o viceversa, los hombres con las mujeres. No me malinterpreten, no estoy contra el feminismo, al fin y al cabo es un tipo de pensamiento y si se quiere una forma de vida y creo que cada cual hace con su culo un florero si así lo prefiere.
En realidad no Soy nada mas que una Mina que Escribe de ves en cuando aquello que piensa sin ánimos de ofender a nadie mas que a los déspotas, a los que hablan por que respirar todavía es gratis y después no se atienen a las consecuencias escudándose detrás de alguien mas, a los moralmente correctos que en realidad no son mas que unos hipócritas, definitivamente a algún político coimero que le importa solo su propio bolsillo sin mirar a quien pisa en el proceso y por que no a toda la Santa Iglesia, desde el papa hasta el mas pequeño cura que no se de cuenta de cómo las boludeses que dicen afectan a muchos devotos, o mejor dicho, las hijaputeses que hacen algunos y otros tapan. Soy Consiente de que no en todos lados hay personas que son malas pero también Soy Consiente de que esas personas en estos tiempos están en vías de extinción o que los atrapan para ponerlos en cautiverio como un animal malvado que no quiere a nadie, ni a su propia madre, y de paso, si hay tiempo, y por que no, pervertido.
No Soy Feminista y aunque me de miedo esa palabra que se puede convertir en verbo como es el aborto, Se que debe ser permitido para que nadie pierda a una abuela antes de nacer, una madre a la que después recordara apenas como un mueble mas, una hermana sin hermanos, una esposa a la que… ¿se amaba?, una amiga que no existió, a una hija que se abandono… para que no le pase a nadie mas como a ella.
El aborto se tiene que aprobar ahora para que después no lo aprueben por que se dieron cuenta tarde de que inclusive algunas mujeres poderosas o hijas de poderosos morían por estas cosas, cuando miles de mujeres ya hallan muerto antes.
Digo que le tengo miedo, que no me gusta, por que se que se puede evitarse de muchas maneras en el mayor números de casos pero hasta entonces se debe luchar sin bajar los brazos, sin desfallecer y en caso de comenzar a sentir cansancio detenerse descansar y volverse a levantar para seguir luchando.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El tren se acerca Parte 4

Era el año 1973 y Doña Leoncia descubrió su pasión por el catolicismo, al mismo tiempo el oficial Díscolo se marcho de la casa para no volver más. Pronto la casa se lleno de estatuillas de santos, cuadros de ángeles e imágenes de la Virgen y un olor terriblemente sofocante de incienso. Para esa fecha las primas tenían 15 años.
Un día Doña Alcira y Anabela realizaron todas las tareas de la casa y de la tienda para poder ir a visitar a Carlota. Cuando estaban a unos metros de la entrada de la casa escucharon gritos cargados de odio, ninguna de las dos tuvo dudas de que la persona que los profería era Doña Leoncia. Corrieron hasta la casa y entraron rápidamente, la puerta de la casa estaba abierta de par en par y varios vecinos estaban asomados escuchando el escándalo.
Momentos antes de que Doña Alcira y su hija llegaran Carlota se había sentido mal, cuando se dio cuenta, un hilo de sangre le corría por una de sus piernas, fue asustada a decirle a su madre, que había vuelto a la casa para buscar algo, la mujer no le dio tiempo a que dijera nada simplemente comenzó a golpearla mientras que le gritaba por estar manchando el piso. La muchacha quedo inconsciente.
Después de que Doña Alcira lograra detener a su hermana comenzaron a gritarse furiosas mientras que Anabela se inclinaba sobre su prima para llevarla en brazos al baño para curarla. Nadie hubiera puesto en duda que ella con sus 90 kilos no podría cargar a Carlota que apenas pesaba la mitad.
En esos últimos años los cuidados que Doña Alcira le daba a su angelito la habían convertido en una muchacha gordita pero de músculos firmes, aunque probablemente aquella figura redonda que tenía se debiera a su todavía corta estatura, detalles que pasaban de ser percibidos en cuanto ella sonreía. Doña Leoncia por el contrario casi no llevaba comida a su casa por lo que su hija únicamente contaba con la ayuda que le podía dar su tía que iba cada 2 días.
Cuando Carlota despertó le conto a Anabela lo ocurrido, ella no podía creer lo que escuchaba, mucho menos que se estuviese echando la culpa de lo sucedido. Creía que su madre había echo bien en castigarla por ensuciar el piso. Después de aquello las 2 hermanas no se volvieron a hablar. Doña Leoncia comenzó a pasar cada vez menos tiempo en su casa, solo iba a dormir, a comer, bañarse y cambiarse de ropa, por que si le quedaba un ratito libre entre trabajo y trabajo siempre se los arreglaba para conseguir hacer algo extra pero tampoco Carlota pasaba mucho tiempo en la casa, después del incidente comenzó a ir mas seguido a la casa de su tía. Al cumplir 18 años ambas primas comenzaron a trabajar en la tienda de ropa de Doña Alcira, para ese momento Carlota había ganado un poco de peso también había dejado de lado su obsesión por la limpieza. Anabela por otro lado creció unos centímetros, así sus 90 kilos se distribuyeron mejor en su cuerpo dándole una figura con mas curvas.
En todos esos años las hermanas no tuvieron que verse por que Carlota estaba bajo el cuidado de su tía y a su madre no le importaba lo que hiciera ninguno de ellos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Anécdota

Estando en el puesto de diarios donde trabajo, en San Isidro, y sin nada que hacer a veces me quedo mirando a la gente que pasa, esos momentos son cuando no pasa nada, o sea, no viene nadie. A veces es diferente, puedo estar ocupadísima atendiendo sin parar a una persona detrás de otra o tener que soportar a los locos que vienen a molestar. 
Creo que los locos se dividen en 3 categorías; los que realmente no están cuerdos, los que directamente son mala onda y los que tuvieron un mal día. Para los que tienen el ojo entrenado es fácil verlos ni bien se detienen delante de las revistas exhibidas, uno ya se da cuenta con que intenciones viene cada persona, sin embargo, aun para aquellas personas con experiencia a veces es difícil distinguir a una persona con problemas mentales, salvo que los delate la apariencia (ropa en mal estado y sucios), por que son personas que creen lo que dicen o piensan y no es un estado pasajero lo que tienen. 
Me ocurrió un viernes, era cerca del medio día, estaba ocupada en lo mío, cuando levante la mirada ahí estaba, mirando las revistas de decoración, continúe en lo mío pero mirando la de vez en cuando. Era una mina que estaría alrededor de los 35, la escuche quejar se del precio que tenían las revistas y que por dicho motivo tendría que llevar una que no le gustaba mucho pero que era barata. Se acerco a donde estaba sentada y se quejo de que la revista tenía tierra, yo la agarre y la pase boca abajo sobre los diarios para quitarle la tierra y me mira ofendida preguntándome si tenia que hacer lo mismo con sus manos ¿que por que no le ofrecía un trapo para limpiarse las manos? Debo admitir que casi dejo escapar una sonrisa como diciendo “hace lo” pero le di la servilleta que deja mi jefa en el puesto pero que no suelo usar por que esta mas sucia que las revistas. Se limpia las manos y antes de irse ofendida me dice que soy re vulgar. Antes de que se aleje demasiado y agradeciendo que el ruido de los autos se detuvo por escasos minutos le dije en voz muy alta y con la mejor onda posible “¡Gracias señora, que tenga un buen día!” 
Me dejo con un mal gusto en la boca esa estúpida. Intente calmar me pero fue difícil, creo que habré tardado como una hora en poder volver a estar tranquila. Cuando por fin pude lograrlo apareció la 2° loca. 
Esta parecía normal (con mal gusto para vestirse), hablaba en vos baja, al principio me costo escucharla no solo por los colectivos sino porque creo que me estoy quedando sorda de tanto 60 que pasa. 
- Disculpa ¿conoces una tienda que venda carteras? 
Yo pensé automáticamente en una que estaba a una cuadra de la estación 
- Si, llegas hasta la esquina cruzas para enfrente y agarras derecho por la principal, pasando la estación, en la primer esquina hay un lugar donde venden carteras 
- Estoy buscando un lugar que vende carteras y también ropa 
- ¿No sabes la dirección? 
- No, lo vi en una foto en el face book de mi novio 
Lo único que pensé después que me dijo eso fue que el novio la engañaba, yo todavía no me daba cuenta de nada 
- Mira, te conviene probar por la calle principal, por acá, en la avenida, solo vas a encontrar locales que venden electrodomésticos 
- No, no, es un lugar que tiene las carteras en un estante sobre la ropa que esta colgada en perchas 
- Como te decía antes – esto se lo dije un poco irritada por que me molesta mucho que la gente no preste atención cuando le estoy explicando algo – proba por Belgrano que es la calle principal, sino tenes una dirección no te puedo ayudar 
- Si le pregunto a mi novio se va a hacer el boludo y no me va a contestar – esto lo dijo para si misma sin prestarme atención – ¿vos sabes si los empleados se pueden sacar fotos dentro de las tiendas? – 
Cuando me pregunto eso yo seguía sin darme cuenta, solo la considere como una mina medio densa 
- Como poder pueden pero si los agarra el encargado se meten en problemas 
- No sabes los problemas que le voy a armar yo – lo volvió a decir para ella sin prestarme atención – no conoces una tienda que venda carteras y ropa? tiene que ser acá o en San Fernando 
En ese momento fue cuando caí,  la mina no estaba bien y si no me la sacaba de en sima rápido me iba a taladrar la cabeza por que seguía con su discurso que cada vez tomaba mas impulso, de repente se callo y se fue, la seguí con la mirada y la vi que se cruzaba con la hija de la dueña de la lencería que esta a mitad de cuadra, Clara, la flaca venia a devolverme una revista que le había prestado 
- ¿La conoces a esa mina? – me pregunto Clara
- No, vino a preguntarme por una tienda que vende carteras y ropa - le conteste yo 
- ¿Acá o en San Fernando? 
Me quede mirando la 
- ¿Como sabes? - le pregunte con una sonrisa 
- Estuvo ayer y antes de ayer en la tienda y me dijo que el novio quería poner una tienda de lencería, ella quería ayudarlo y quería saber como hacia para ponerla, acá en o en San Fernando, una pesada, no me la podía sacar de en sima, yo tenia que atender y ella seguía delirando con el novio 
Le conté la charla que había tenido con la loca y lo bien que me había caído después de la amarga anterior pero a Clara se ve que la había molestado bastante las dos veces que se la banco en la tienda por que no le causo ninguna gracia mi anécdota, solo deseo no volver a verla mas a la trastornadita, como la llamó, y continuo con su camino.
Al final con locura y todo la mina me había logrado quitar el mal sabor de boca que me había dejado la anterior, a pesar de que en un momento había logrado irritar me un poco solo fue por que creí que estaba cuerda y al pedo. Estas son algunas de las cosas que pasan cuando trabajas en un puesto de diarios.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El tren se acerca Parte 3

La madre la golpeaba con un cinto y luego la enviaba a dormir sin cenar, este castigo era impuesto también cuando la pequeña era descubierta hablando sola o cada vez que se creyera oportuna la medida.
Con los años la amargura de Doña Leoncia fue creciendo sin pausas y silenciosamente, el desinterés de su esposo por “los asuntos de la casa”, como él los llamaba, también fueron creciendo, pronto comenzó a ir cada vez menos a su hogar buscando más trabajo que hacer en la comisaria.
Cada vez que Doña Alcira y Don Enrique tenían un momento pasaban juntos o cada uno por su lado a ver a su sobrina que pasaba grandes horas del día sola en su casa. Doña Leoncia había dejado de trabajar en la tienda a partir del momento en el que su hermana menor se había vuelto la dueña, solía trabajar limpiando casas y cociendo para afuera. En una o dos ocasiones los tíos encontraron a Carlota en compañía de un joven de veintitantos años, el muchacho había dicho a los tíos de la pequeña que la señora, la madre de Carlota le había pedido que cuidara de ella mientras que no estaba, también conto que se había mudado hacia poco al barrio, exactamente a dos cuadras pero no supo que mas decir. Por lo general cuando lo descubrían en la casa no hacia falta que le dijeran que se fuera, bastaba una mirada fría para que el chico se disculpara y saliera corriendo de la casa. Los tíos se preocuparon un poco por esta situación pero como vieron que la niña parecía estar bien, que lo único que parecía estar en peligro era lo que estaba en la alacena o en la heladera y que el joven desapareció al cabo de un año, no se molestaron en averiguar ni decir nada a nadie mucho menos a Doña Leoncia por que sabían que la mujer castigaría severamente a la pequeña.
Para cuando ambas primas cumplieron 10 años la cantidad de moretones que Doña Alcira encontraba en el cuerpo de Carlota, comenzaba a preocuparla. Aun así lo que más preocupación le daba era la actitud de la niña.
Ella nunca recordaba como se había golpeado, demostraba tener una excesiva pulcritud para la limpieza, siempre estaba sonriendo y les contaba a menudo a sus tíos que la habían visitado sus amigos pero para ellos aquello parecía un poco irreal por que sabían que su sobrina permanecía todo el tiempo en la casa cuando no estaba en el colegio.
Cuando Anabela cumplió los 12 años su cuerpo cambio y su mamá le explico los secretos de ser mujer. Luego de aquello Doña Alcira creyó conveniente hablar con su sobrina, solo por si las dudas. Un día le pregunto a Carlota si su madre le había hablado de aquellos secretos, la niña le respondió que desde pequeña conocía todos los asuntos relacionados con ser mujer. La respuesta no dejo muy satisfecha a Doña Alcira pero pensó que siempre podría ayudar a sobrina especial.