Era el año 1973 y Doña Leoncia descubrió su pasión por el catolicismo, al mismo tiempo el oficial Díscolo se marcho de la casa para no volver más. Pronto la casa se lleno de estatuillas de santos, cuadros de ángeles e imágenes de la Virgen y un olor terriblemente sofocante de incienso. Para esa fecha las primas tenían 15 años.
Un día Doña Alcira y Anabela realizaron todas las tareas de la casa y de la tienda para poder ir a visitar a Carlota. Cuando estaban a unos metros de la entrada de la casa escucharon gritos cargados de odio, ninguna de las dos tuvo dudas de que la persona que los profería era Doña Leoncia. Corrieron hasta la casa y entraron rápidamente, la puerta de la casa estaba abierta de par en par y varios vecinos estaban asomados escuchando el escándalo.
Momentos antes de que Doña Alcira y su hija llegaran Carlota se había sentido mal, cuando se dio cuenta, un hilo de sangre le corría por una de sus piernas, fue asustada a decirle a su madre, que había vuelto a la casa para buscar algo, la mujer no le dio tiempo a que dijera nada simplemente comenzó a golpearla mientras que le gritaba por estar manchando el piso. La muchacha quedo inconsciente.
Después de que Doña Alcira lograra detener a su hermana comenzaron a gritarse furiosas mientras que Anabela se inclinaba sobre su prima para llevarla en brazos al baño para curarla. Nadie hubiera puesto en duda que ella con sus 90 kilos no podría cargar a Carlota que apenas pesaba la mitad.
En esos últimos años los cuidados que Doña Alcira le daba a su angelito la habían convertido en una muchacha gordita pero de músculos firmes, aunque probablemente aquella figura redonda que tenía se debiera a su todavía corta estatura, detalles que pasaban de ser percibidos en cuanto ella sonreía. Doña Leoncia por el contrario casi no llevaba comida a su casa por lo que su hija únicamente contaba con la ayuda que le podía dar su tía que iba cada 2 días.
Cuando Carlota despertó le conto a Anabela lo ocurrido, ella no podía creer lo que escuchaba, mucho menos que se estuviese echando la culpa de lo sucedido. Creía que su madre había echo bien en castigarla por ensuciar el piso. Después de aquello las 2 hermanas no se volvieron a hablar. Doña Leoncia comenzó a pasar cada vez menos tiempo en su casa, solo iba a dormir, a comer, bañarse y cambiarse de ropa, por que si le quedaba un ratito libre entre trabajo y trabajo siempre se los arreglaba para conseguir hacer algo extra pero tampoco Carlota pasaba mucho tiempo en la casa, después del incidente comenzó a ir mas seguido a la casa de su tía. Al cumplir 18 años ambas primas comenzaron a trabajar en la tienda de ropa de Doña Alcira, para ese momento Carlota había ganado un poco de peso también había dejado de lado su obsesión por la limpieza. Anabela por otro lado creció unos centímetros, así sus 90 kilos se distribuyeron mejor en su cuerpo dándole una figura con mas curvas.
En todos esos años las hermanas no tuvieron que verse por que Carlota estaba bajo el cuidado de su tía y a su madre no le importaba lo que hiciera ninguno de ellos.
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